Auxiliar y chófer de furgón de Escuela Huinca Railao fue condenado a presidio por abuso sexual contra una alumna menor de edad. La víctima s...
Auxiliar y chófer de furgón de Escuela Huinca Railao fue condenado a presidio por abuso sexual contra una alumna menor de edad.
La víctima se cambió de escuela, porque en la anterior, ignoraron el delito que denunció.
El episodio denunciado por la víctima se remonta al 10 de abril de 2017, cuando el condenado ex conductor del furgón escolar en el que la menor utilizaba, de nombre Marco Aurelio Catrupay Railaf, la llevaba de regreso a su hogar, momento en el que detuvo el vehículo en las cercanías del sector “Los Aromos”, le tomó la cabeza y la besó en la boca utilizando la fuerza.
El hombre de 47 años, era quien solía llevar a la víctima de 11 años hasta la vivienda donde vivía en el campo junto a su madre y hermanos desde la Escuela Huinca Railao. El abusador además era auxiliar de ese establecimiento.
El fiscal Miguel Velásquez explicó que además de la pena de tres años y un día de presidio, el individuo fue condenado a la pena de inhabilitación absoluta perpetua para cargos, oficios o profesiones ejercidos en ámbitos educacionales o que involucren una relación directa y habitual con personas menores de edad.
“Hasta días previos al juicio el imputado seguía desarrollando labores en el colegio donde se desarrolló toda esta dinámica de abuso sexual”, indicó el fiscal.
El persecutor también informó que enviará los antecedentes a las autoridades educacionales pertinentes y también al Ministerio de Transportes, ya que el condenado no contaba con licencia para conducir un vehículo de transporte escolar.
En el juicio la víctima relató que lo sucedido le generó mucha angustia y que en 2017 contó lo ocurrido a su hermana y luego a su madre, quien a su vez denunció el hecho a la dirección de la escuela.
Sin embargo, e increíblemente, la escuela no adoptó ninguna medida contra el funcionario y tampoco denunció el posible delito, pese a tener obligación legal de hacerlo.
La niña dijo haberse sentido desamparada, por lo que al año siguiente optó por cambiarse a otro colegio de Lautaro, donde contó el episodio a un psicólogo, quien sí hizo la denuncia.
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